lunes, 30 de noviembre de 2009

Crisis del "briseñato" y control de medios



Jueves, 26 de noviembre de 2009. Pablo Reyes. Jalisco, México

Rectoría General de la UdeG.


Raúl Padilla López conoce del suicidio por partida doble. Su padre biológico optó por ese camino, cuando sintió que su carrera política había fracasado.

Ahora en 2009, Carlos Briseño Torres, el hombre que “El Licenciado” había designado como rector y quien estuvo al frente de la universidad por poco más de 15 meses terminó por darse un tiro en la cabeza, luego de ver agotadas las posibilidades de ganarle la partida a través de los tribunales a Padilla. Para Raúl el asunto es una escena que se repite en su memoria.

La muerte de Briseño es una especie de auditoria moral a la que se expone en forma abrupta el Grupo UdeG, una semana antes del inicio de la Feria Internacional del Libro. Con su propia sangre, Carlos Briseño Torres, escribe la primera parte de un nuevo capitulo en la lucha de los grupos que se aglutinan y arremolinan en torno a Padilla y que ahora se sienten sueltos o con la capacidad de reclamar los espacios que abre la crisis generada por “El briseñato”.

El exrector, por muy difícil que parezca de entenderse, comprendió que su imagen pesa más en calidad de hombre muerto que como político fracasado.

Carlos Jorge desafió el poder absoluto de Padilla López y ostentó apoyos ficticios, del Gobierno del Estado, de la federación, del PRI y del PAN, para confrontar a un enemigo que le resultó real y de alguna forma letal.

En contraparte el líder del llamado “Grupo UdeG”, armó una simple estrategia de fuerza y en menos de 24 horas aplastó a su “hijo” político y lo echó a la calle.

Cuando la suerte de Carlos ya estaba echada, varios de los personeros de Raúl dejaron correr la versión de que Briseño había enloquecido.

El depuesto rector empezó –entonces- a lanzar acusaciones a diestra y siniestra para denostar a su guía espiritual. Acuso a Padilla manejos turbios, en varias de las 12 empresas parauniversitarias que aquel controla como la Feria Internacional del Libro, el Teatro Diana y del Auditorio Telmex.

En septiembre de 2008, según lo dio a conocer Esperanza Romero Díaz en el diario Público, Carlos Briseño Torres hizo circular por diferentes medios de comunicación documentos donde se cuestionaba un manejo irregular de 1,427 millones de pesos, en lo que correspondía a los gastos efectuados por la casa de estudios en el año 2007, durante la última parte de la administración de de José Trinidad Padilla López (hermano de Raúl Padilla) y también de una parte del propio rectorado de Briseño.

Semanas después, Romero Díaz publica otra información ligada con el tráfico ilegal de órganos en el Hospital Civil de Guadalajara. El asunto se convirtió en la gota que derramó el vaso. Versiones extraoficiales aseguran que desde las altas cúpulas de la institución se pidió a Público la cabeza de Esperanza, ello a cambio de un negocio que habría costado una cantidad de tres o cuatro millones de pesos, a favor del rotativo donde se puso de por medio el encarte de la Gaceta Universitaria, al interior de ese diario.

Otro caso digno de análisis es lo que pasa con Mural; ese rotativo se caracterizó por ser uno de los medios más críticos hacia la opacidad en los gastos de los recursos públicos en la universidad. Pero hace apenas unas semanas, se logra un “amarre” entre la UdeG y Mural, con una nueva danza de varios millones de pesos a favor de ese diario. Para no variar el pretexto es el encarte de la Gaceta Universitaria.

A tono con su nuevo cliente, al día siguiente del suicidio de Briseño Mural exhibe una nota que parecía redactada desde el piso seis del Edificio Administrativo de la UdeG. Dice el rotativo “Termina su lucha” en clara alusión al libro escrito por el líder del nazismo en Alemania, Adolfo Hitler, y denominado “Mi lucha”. En ninguna parte del cuerpo de la nota del diario se da fe de que la muerte de Briseño fue un suicidio.

Otro ejemplo de control mediático es lo que ocurre con Televisa, el medio que maneja el principal paquete presupuestal de la Universidad de Guadalajara con un monto de 30 millones de pesos al año para ocupar espacios publicitarios y comprar tiempo que se destina a sus programas de su barra “TV Abierta”.

Briseño Torres siempre presumió que en esa televisora tenia grandes amigos como el caso de “El Güero”, José Antonio Fernández, el conductor estelar del noticiario nocturno. Pero apenas fue expulsado de la rectoría, y Carlos descubrió que en esa empresa el que paga manda y el nombre de Padilla pesa.

Ante el abandono de sus camaradas de Televisa, Carlos tuvo la osadía de reclamar a Fernández: “Dile a José Antonio que manda decir Carlos Briseño que es un putito”, según el mensaje que derivó a través de una reportera de ese medio. Esto, ante el silencio de otros comunicadores, cuyas miradas fueron secuestradas por el azoro.

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